El recuerdo más antiguo que tengo es de cuando tenía 2 años y medio. No puedo olvidar el 16 de julio de 1993 porque ese día conocí a Ximena. Tengo grabado en mi mente cada detalle: yo estaba vestida con un overol de jean y un polo blanco con flores rosadas. Recuerdo su mirada, sus dedos apretando los míos, la cara de cansancio de mi mamá y la emoción que yo sentía. El siguiente recuerdo más lindo es cuando cumplí 5: Mamá Teresa me compró una torta con la forma de un árbol de Navidad, recuerdo sonreír para una cámara cachete con cachete con ella y Tuguito, y mi vestido blanco pomposo... Y más tarde la cena de Navidad. Otra memoria bella es cuando fui a mi fiesta de promo de 6to grado con el chico más lindo (que ya estaba en secundaria) del cole.. Quien después de un tiempo sería uno de los mejores amigos que he tenido -porque ya no lo tengo- en la vida. Años más tarde, mi siguiente preciado recuerdo sería cuando cumplí 18 y mi mamá llego de viaje de sorpresa y me organizó una parrillada con todos mis amigos. La amé.
El mejor recuerdo de todos fue también cuando tenía 18.. El 3 de junio del 2009, cuando nació Sebastian. Me escapé de clases para ir a verlo... Y ahí estaba él. Precioso como un ángel, vestido de amarillo y apretando mi dedo índice. Desde ese momento hasta la última vez que lo vi en diciembre del 2012 cuando él se fue a dormir después de ver los vengadores dos veces, cuando besé su frente a la 1am (mi vuelo salía a las 4am del 8 de diciembre) y le dije que pensaría en el todos los días y que ya nos volveríamos a ver pronto al oído, tengo grabado en la memoria cada día, cada palabra y cada momento que pasé con él. Otro momento muy importante fue el día que conocí a mis hermanos, hermanos de Sebastian: había soñado mucho con ellos aún sin conocerlos. Y el día que lo hice sentí que mi alma por fin podía descansar porque había encontrado paz y estaba completa. Otro momento memorable fue la fiesta de año nuevo para recibir el 2012. Ese día conocí a Jarred. Desde que lo vi a los ojos por primera vez sentí que había encontrado a un amigo de aaaaaños y al poco tiempo reconocí que él era el amor de mi vida. Nunca sentí tanta paz al lado de alguien.
Otro momento muy importante -el más importante- diría yo. Fue el 3 de marzo del 2013, cuando a las 10 de la mañana descubrí que mi hermano había fallecido en un accidente. Ese momento marcó mi vida y por siempre mi presente. Morí con él y volví a nacer meses después. Me costó mucho volver a conocerme.. Pero acá estoy, muchísimo más fuerte.
El siguiente mejor recuerdo, pasó el 16 de enero del 2016. Cuando mi mamá me contó que a sus 43 estaba embarazada nuevamente. No puedo explicar la emoción tan grande que siento. Lloré tanto que de cierto modo mi alma descargó mucho dolor acumulado con los años. Mi pequeña alma gemela arcoiris es mi puente directo al cielo.
Mi ultimo y más preciado recuerdo: el 16 de abril del 2016. Cuando -de locos- nos casamos. Fue el día más divertido de toda mi vida. Creo que nunca bailé tanto :) Él de 27 y yo de 25, sin saber mucho de la vida o del amor, dos amigos que se encontraron en un lugar remoto del planeta y nunca más se dejaron ir, dos seres humanos que se han reído el uno de otro y sobre todo llorado juntos, dos almas que coincidieron en algo: "sabía que existías" aún sin haberte encontrado. Dos Amores que se complementan porque a él no le gustan las aceitunas y a mí si. Dos niños que quieren crecer de la mano, se casaron en frente de toooooodo el mundo porque yo por mi lado, encontré paz (Y porque cuando me dice preciosa princesa soy feliz) Y él, no lo sé, pero lo veo mucho reír. ❤️
Cuando veo atrás, tengo todos esos recuerdos que me empujan todos los días... Porque La vida es realmente jodida cuando creces.
A los 25 años descubrí que extrañar a alguien o a un lugar son cosas con las que se viven a diario, se hacen parte de ti y de quién eres. Es un estado permanente. También que el dolor pesa menos porque te has hecho más fuerte (aunque cuando vuelves a ver Sherk y vuelve a ti la niña que eres, te das cuenta de que por dentro siempre llorarás por estar con tu mamá o jugando con tus hermanos sin ninguna preocupación más que tender tu cama). Salir al mundo y mudarte a otro país te hacen crecer, sí, pero te condena a dejar atrás las noches más bellas de invierno en Lima. La llovizna y la neblina amarilla del centro a las 8 de la noche, las risas de tus amigos, las mariposas de la pared de tu cuarto y las madrugadas llenas de risas...
Crecer duele y jode porque viene cargado de mejores amigos que ahora son extraños, personas con las que hablabas a diario y hoy no son parte de tu vida. Recuerdos que cada vez son más lejanos y de problemas mucho más grandes. Cada vez hay menos tiempo para hacer cosas divertidas. Ahora tenemos que coincidir en horarios para ver a nuestros amigos (los poquísimos que quedan) porque ya no se sientan a nuestro lado e la clase de mate y ya no tenemos las tardes libres para jugar.
Hasta hoy, de lo único que estoy segura es que siempre tienes que decir adiós. Lo único que he aprendido en la vida -y domino a la perfección- es despedirme. Despedirse hasta luego, hasta pronto, hasta nunca... En voz alta o en silencio. Decir adiós por una noche o para siempre. La vida se resume a decir adiós a todo y a todos.
*Y algo más: lo que más extrañas en la vida ya no está. Ni siquiera es una opción volver, todo se ha movido, todos hemos cambiado, hemos crecido.*
En fin, las niñas grandes no lloramos. Ya habrá tiempo en algún momento de volvernos a encontrar por alguna calle de cualquier ciudad..
No hay comentarios:
Publicar un comentario